Si no quieres pensar, no veas esta película. Con esa
premisa debes entrar con cautela a ver Interstellar, de Christopher Nolan, porque
es un filme de proporciones épicas, de esos que no dejan indiferente a
cualquiera.
He leído diferentes críticas acusando al filme de
pretencioso, lleno de fantasía y de irse por la salida fácil para reconciliar
un guión muy familiar para lo que nos tiene acostumbrado el cineasta. Hay que
aclarar que en un principio este filme iba a ser dirigido por Spielberg, cuyas
películas son moralistas y familiares, y acá abunda eso en el guión al establecer
las relaciones filiales (padre-hija principalmente) como uno de los puntos
fuertes en la historia y detonante de muchos de los giros de los que hablamos.
Y sin embargo, no deja de ser reconocible la mano del director de joyas como El
Orígen o Memento. Es un hecho que al
terminar la función o la amas por lo magistral que es, o la odias por lo
insoportable y pesada que puede ponerse si nunca en tu vida te has acercado a
un libro de ciencias.
Porque básicamente eso es: ciencia al servicio de
una historia. Cobb (Matthew McConaughey) es un ingeniero retirado que vive en
el campo con su familia. Una familia unida que sufre las inclemencias del
tiempo que suceden en la tierra a raíz de sobre explotar los recursos. Es por
eso que deben buscar un nuevo hogar para la especie humana, y en compañía de la
doctora Brand (Anne Hathaway), deberá emprender una misión interestelar en la
búsqueda de un nuevo planeta capaz de albergar a la humanidad.
Ahora bien,
aunque desde un principio intenta explicar de la manera más básica posible
conceptos pesados de física cuántica, resulta un poco imposible seguir la
historia si no se entienden bien los conceptos de agujeros de gusano, hoyos
negros, gravedad y demás física espacial. Por no decir que entender la diferencia de tiempo, la teoría de la relatividad y hasta la filosofía que todo ello implica, no es tarea sencilla. Y lo ponemos de este modo: si ni los
más grandes adeptos de la física han logrado ponerse de acuerdo sobre la verdad
de la realidad que nos rodea, ¿cómo esperan que la gente “normal” pueda entenderlo?
Sencillo: siguen una misma línea de investigación, respaldada por Kip Thorne,
científico de renombre, que puede justificar cada giro por muy fantástico que
parezca. Cabe aclarar que TODO es parte de conjeturas, pues en realidad, nadie
ha logrado comprobar que los agujeros de gusano, la teoría de cuerdas, y ni los
mismos átomos, sean reales. Entonces, aclarado esto, y aunque parezca de
cuentos de hadas, solo piensen que cualquier cosa es posible a nivel
interestelar.
Así, sólo queda disfrutar lo más posible la
maravillosa epopeya que se ha atrevido a regalarnos Nolan. Por que no es una
adaptación de un libro juvenil, ni el remake ni la segunda parte de una
historia. No son efectos especiales ni explosiones al por mayor, ni risas o
sustos fáciles que la audiencia ama. Es cine inteligente, de ese que nos hace
mucha falta, ágil, ávido, intrigante, pensante, y sobre todo arriesgado. Pero
las obras maestras siempre fueron arriesgadas y esta es, sin duda, una de
ellas.
Calificación.
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