
Camino a Comala
Pedro Páramo huele a copal y piloncillo, su piel raspa como
mecapal duro en la frente. Los labios se cuartean como tierra yerma, y los pies
duelen, huele a piel quemada, a sebo seco, a muerte, y a muerto, a la bastardía
de la sangre y a la polvareda fresca.
En
qué espejismo nos reflejamos ahora, hoy; si todos somos hijos de Pedro Páramo.
Rulfo
pinta con grana cochinilla...