Entretener
y hacer reir es uno de los oficios más antiguos y a la vez uno de los más
difíciles. Tener el ingenio, la actitud y el carisma para cautivar al público y
con ello en muchas ocasiones, salvar su vida.
No
se puede saber a ciencia cierta quién fue el primer payaso, sobre todo porque a
lo largo de la historia, esta actividad se ha ido transformando y han recibidos
diferentes nombres según la época y la región tales como luyet u hombres
frívolos, P’rang, gleemen, jonglenrs,
bufones, arlequines, entre otros, hasta llegar a los clowns, augustos y trombos
o contraugusto.
Estos
últimos son lo más parecido a los payasos que vemos hoy en día tanto por su
dinámica a la hora de actuar como en su vestimenta. Independientemente de que
los payasos estén asociados principalmente a la comedia y por lo tanto pensemos
en primera instancia en la actuación y los chistes, muchos de ellos se valen de
otras actividades o números para brindar un mejor espectáculo. Tales habilidades
pueden ser la mímica, el malabarismo, el
canto, el entrenamiento de animales, la magia y la acrobacia.
La
mayoría de los payasos aprendió el oficio, viendo y practicándose, todo era
cuestión de experiencia; pero tener esa chispa con el público es tan importante
y complicado que desde hace algunos ayeres existen en diferentes partes del
mundo escuelas para convertirse en un payaso profesional. México no se queda
atrás, pues desde el 2010 se comenzó con el proyecto de la primera escuela en
la que se estudia la licenciatura del arte de la risa, en el estado de Hidalgo.
Sin
embargo, son muchos los payasos que siguen aprendiendo de sus antecesores o
ídolos, eso sí, todos los ladrones de risas, realizan su trabajo con gusto,
pero no por ello se eclipsa la necesidad.
Los
circos, las fiestas infantiles y espectáculos privados han sido el principal
sustento para aquellos de los enormes
zapatos y pelucas de colores. Desgraciadamente, existen muchos payasos y pocos
eventos en los que son requeridos. Una sociedad en la que el concepto de
entretenimiento se vuelve más difuso y la tecnología acapara gran parte de los
intereses, además de que algunas películas de terror han dada mala fama y
dejado a más de uno con una fobia hacia ellos.
Por
eso, muchos han decidido salir a las calles a hacer lo que mejor saben, ganarse
el sustento de cada día por hacerles pasar un rato agradable a quienes viajan
en el transporte público (bendito transporte
que ofrece de todo). Ataviados con ropa de los colores más llamativos y
la cara pintada, usualmente en pareja [clown y augusto], comienzan con un show
muy local; ya que, si por algo los payasos mexicanos son de los mejores del
mundo, es por su habilidad para encontrar en todo un motivo de risa y
convertirlo en chiste, habrá payasos más ácidos, pesados o irreverentes, sobre
todo dependerá del tipo de público con el que se topen, pero saben manejar la
situación para llamar la atención y obtener al menos la satisfacción de haber
hecho sonreír aunque sea a una persona.
Augusto,
viste de forma extravagante y colorida,
sobresaliendo los enormes zapatos y la
nariz roja,
suele ser crítico, rebelde e ingenuo, hace el papel de tonto.
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Como
toda puesta en escena, el ver a estos hombres y mujeres (aunque primordialmente
ha sido una ocupación de hombres) frente a nosotros causa sorpresa y risas con
su ingenio, pero no hay que olvidar que todo es falso, que tras esas caras pintadas y sonrisas de
colores, hay un persona para la cual no todo puede ser tan brillante como su
vestimenta.
Si
los payasos son cada vez más cotidianos en las calles, es por ese decreciente
interés en ellos y falta de trabajo y espacios. Muchos se dan a conocer en la
calle para ofrecer sus servicios completos a quienes estén interesados. Aunque
también cabe señalar que no todos son payasos, solo que pintarse la cara y
contar un par de chistes parecen ser suficientes herramientas para obtener
dinero fácil.
Sin
duda, debido a la historia y personajes que han dejado huella, ser payaso es un
orgullo, no por nada el 10 de diciembre es el día Internacional del Payaso, uno
de los oficios más alegres y solo para aquellos que realmente aman lo que
hacen, una labor altruista al hacer más larga la existencia humana gracias a
una sonrisa.
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