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julio 16, 2014

¡Pi pipi pi piiiii! La violencia en el tránsito.


El trabajo, la escuela, el entretenimiento y hasta las visitas familiares nos hacen salir de casa y tener que enfrentarnos al caos de las grandes avenidas para llegar a nuestro destino; sea en automóvil, en transporte público o a pie, las opciones nos invitan a una aventura callejera que pondrá a prueba la habilidad de los conductores y la paciencia de todos.

Los peatones

En muchos lados recomiendan caminar 30 minutos al día, algunos se aventuran y todo marcha bien al dar la vuelta a la colonia, pero cuando se camina por zonas desconocidas estamos propensos a ser violentados de forma verbal o física; primero porque nos pueden insultar “los dueños de la zona”, (ya saben nunca faltan los que se creen dueños de la calle o algunos vagos),  podemos ser víctimas de robo, o peor aún, lo que “casi no pasa” que un carro se pase el alto y esté a punto de atropellarnos.

Y ¡uy! que nadie nos aviente el carro porque sacamos a relucir el lenguaje florido y le decimos hasta de lo que se va a morir. Desgraciadamente no hay una verdadera cultura que le dé, si no la prioridad, al menos el respeto debido al peatón. En algunos casos los puentes destinados a evitar el contacto de los peatones con los autos son más peligrosos que cruzar la calle a lo valiente.

Transporte público


Estación Pantitlan del Sistema de
Transporte Colectivo Metro
El trato violento en el transporte público es de lo más común sobre todo en el Distrito Federal, y uno de los transportes en los que más se da el caso es en el Sistema de Transporte Colectivo Metro.  Para quienes viajan a hora pico ya se la saben, los codos son un arma mortal para las costillas y espaldas, los empujones, pisotones y bolsazos no se hacen esperar cuando de defender un centímetro de espacio para viajar con “comodidad” se trata.
Para las mujeres se pone más feo, pues cuando en el vagón hay de chile mole y pozole, las manos largas nunca faltan, y algunas no se quedarán con las ganas de responder a tal actitud con palabras o hasta con algún golpe bajo pagando con la misma moneda.
Otro caso común de violencia verbal en el transporte público es cuando los conductores van echando carreritas o pareciera que se les olvida que traen pasaje y que muchos vienen parados, por lo que los frenones calientan los ánimos a más de uno y terminan recordándole a toda su familia al chofer.

Vehículos

Una de  las formas más peligrosa de violencia que puede desembocar en algún accidente. Para muchos hombres su automóvil es intocable, entre el dinero que le invierten y el cariño que le tienen, con un rayón puede dolerles hasta el alma.
Y en el tránsito de la ciudad la desesperación por el tráfico en las calles, ha  llevado a muchos a aventar el carro para poder pasar, da lo mismo si es a un peatón o a otro automovilista, el fin es llegar a tiempo o lo más rápido posible.

Debido a todo esto las mentadas de madre son algo muy común ya sea gritando o con el claxon, el reclamo es ley, y si llega a ver un golpecito o un cerrón, los mil demonios llegan y a la primera se bajan a echar bronca y hasta los golpes pueden llegar, todo depende del ánimo y de la respuesta que se obtenga por parte del otro conductor.
Tráfico en Periférico Norte

Analizar estos ejemplos cotidianos tal vez parezca tonto, pero ya estamos acostumbrados y son algo normal, sin embargo, las actitudes que tomamos no dejan de ser violentas y bastante explosivas.  Sabemos que las vialidades no son eficientes, que el respeto cada día se pierde más y el estrés por el trabajo o los problemas que nos agobian se ve reflejado con perfectos desconocidos cuyo único pecado es andar a nuestro lado.
Seamos un poco más conscientes y evitemos problemas innecesarios, todos necesitamos llegar  rápido, pero en nada ayuda gritar, golpear o aventar el carro.






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