Ya sea por la falta de atención del sistema, la
culpabilidad de los padres por trabajar todo el día o el exceso de alcohol, los
hooligans son un fenómeno que llego a Latinoamérica tras varios años de sacudir
Europa, con eventos violentos como “La tragedia de Heysel”, en 1985, en un
partido entre clubes ingleses e italianos, donde fallecieron 39 personas.
La
Real academia los califica como “Hincha británico de comportamiento violento y
agresivo” pero últimamente no se necesita tener sangre europea para ser parte
de las Barras bravas; la violencia en
los espectáculos deportivos se ha acrecentado en los últimos tres años, no
podemos olvidar que esto puede ser un simple reflejo sobre como la sociedad
reacciona ante la situación que le acontece, pero tampoco se deben utilizar a
los deportes como medio para golpear y zarandear los valores que una actividad
física como el fútbol u otro deporte tienen como objetivo enseñar.
La
unidad y el trabajo en equipo, son características sociales que son empañadas
por el mal entendimiento de la palabra fidelidad. ¿Desde cuándo el amor por la
camiseta fomenta agresividad ante los colores contrarios al que portamos en el
corazón?
La
respuesta gubernamental fue clara el Lunes nueve de junio, al avalar la nueva
reforma llamada Ley de los Estadios donde se establece la creación de un Padrón
de Aficionados Violentos, así como multas económicas de mil a dos mil salarios mínimos a quienes cometan
violencia participen o ingresen sin permiso a los eventos deportivos, se les
arrestara de seis meses a 40 días de multa. Pero si no se tiene el apoyo de los
equipos de fútbol, las organizaciones e incluso de los medios de comunicación,
lo que busca el gobierno del Distrito Federal se desvanecerá como cuando el
presidente de la Liga MX prohibió la entrada a las barradas de animación grupos
de animación visitantes que no estén credencializados e intento regular el uso
de los mosaicos en las gradas. A la fecha si tienen la oportunidad de asistir a
un evento, se pueden apreciar las coloridas formas que tiene la afición para
animar a su equipo.
La
solución no es la prohibición, ni etiquetar a los elementos que participan en
los espectáculos, es una cultura por la tolerancia, es la atención al
gigantesco doceavo jugador por mostrarle que la pasión no es cuanta sangre le
saque al contrario, es sudor por la porra y el respeto por el deporte.
Si quieres paz, prepárate para la guerra XD
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