Típico:
cuando nos dirigimos a comer, cubiertos, servilletas, platos y el guiso crean
la armonía perfecta, pero ¿es realmente el platillo la estrella de la mesa? Los
chefs mencionan que los acompañantes son la clave en la cocina para cambiar los
sabores y las intenciones. La comida
demuestra más de lo que pensamos.
Ir a un restaurante y contestar la
pregunta más básica como ¿Pan o tortillas? delimita las preferencias que tienen
no solo nuestro paladar, sino también el de las personas con las que se suelen
interactuar. Paulina, hija única, nos cuenta: "Me costó entender que las
tortillas no engordan. Todo engorda y quiero ser esbelta, pero la comida sola
no sabe, es como el chile".
Las harinas no son los únicos
elementos satanizados por la sociedad, las salsas que son de bases espesas, la
sal y algunos otros condimentos que se pueden agregar después de la cocción de
la comida, reciben ciertos rechazos por las bocas que gustan perder
líneas, olvidando que el principio
básico de la nutrición es “todo en pocas cantidades”.
Alrededor del mundo existen ciertos
comestibles que, dependiendo de la
región, son considerados incompleto. Un ejemplo de ello, es ponerle yogurt a la
carne cocida con verduras fermentadas.
Pero no necesitamos brincar océanos para notar estas diferencias, los
quelites son tradicionales hojas de verdeo cocinadas y acompañan carnes en las
regiones del centro y sureste, mientras
que el norte del país comer esas plantas se considera como extraordinario para
encontrar un sabor ligero en el plato.
La sal de ajo botada entre la
pechuga de pollo, la pimienta entre las espinas de los pescados y las especies
que se caramelizan en la salsa de tomate para saborizar la soya es el toque
mágico de sabor que los acompañantes proporcionan a los magníficos platillos
que comemos todos los días, el amor por comensal se delimita no por platillo si
no por los elementos que le adornan.
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