Mole, sabor a México.

Existe de color negro en Oaxaca, amarillo en el  sureste del país, colorado en el Valle de México, el ranchero en la zona de la altiplanicie mexicana y el tradicional poblano, además de tener variantes doraditas, encacahuatados o los adobos que basan su receta en el mole. Exquisito sabor que enjuga el paladar ensalzando las carnes de cualquier animal, platillo estelar en un sinfín de eventos y con una preparación que amerita el título de ritual por todos los elementos que se complementan creando una armonía en la boca que pocos llegan a evitar.

            El mole comienza su nacimiento con la comida prehispánica, que consistía en una molida de varios chiles con cacao acompañado de guajolote.  Con la llegada de los españoles se realizaron varios cambios y se le introdujeron nuevas especies del oriente que le permitió obtener una consistencia más espesa; las recetas actuales del mole contienen un mínimo de 15 hasta 25 ingredientes, y dependiendo del estado donde se elaboran, los chiles son el complemento principal de este guisado que determinará el color y nivel de picor que tendrá.

            La llegada de la receta de éste, considerado como uno de los platillos nacionales, se le debe a los Frailes que, con el interés de integrar la religión católica en la vida cotidiana de los indígenas,  intentaban adoctrinarlos en la hora de la comida, la población al sufrir de vejaciones aceptaba escuchar cualquier sermón a cambio de comida.

            La palabra mole deriva del náhuatl "mulli", que significa salsa; en el virreinato se le llamó mole y ganó el corazón de la población mexicana provocando que lo quisiéramos poner en el menú de la semana. Existen alrededor de 17 opciones, todas con diferentes formas de preparación, e incluso una de las más particulares es el mole de olla que es una salsa de chiles disuelta en agua acompañada de carne de res con varias verduras como elote, zanahoria, cebolla, calabacitas y xoconostle.

            Con sabores dulces para el más sensible, caldoso para los friolentos, amarillo para los envalentonados; en bodas, comuniones, bautizos y hasta funerales, el mole es uno de los mejores representantes de los sabores mexicanos.