De Hayao Miyazaki, maestro en la animación japonesa, El Viento Se Levanta nos cuenta la historia de Jiro, un pequeño niño que sueña con pilotar un avión y surcar los cielos, pero debido a la condición de sus ojos, debe conformarse con volar sólo en sueños y tener la oportunidad de participar en la construcción de Zero, el avión que terminaría siendo pieza fundamental de Japón en la segunda guerra mundial.
Basado en el manga que el mismo director escribió, a su vez basada en un cuento corto, el ganador del oscar cuenta una historia más onírica que verdadera. Mientras conoce a un italiano diseñador de aviones en su sueño, y mientras espía la tecnología alemana para entrar en la guerra y competir en el campo de la tecnología a nivel mundial, Jiro se enamora de una pequeña niña a la que años atrás salvó la vida. Así, cual si fuera un espejo de su vida, Miyazaki se prepara durante los 126 minutos, en medio de un espectáculo de colores y paisajes, para decir adiós al mundo del cine. O al menos eso es lo que planea.
Sin embargo, no podemos decir que haya sido el adiós más afortunado. Después de obras maestras como El Viaje de Chihiro (ganadora del oscar a mejor película animada en 2002), Mi Amigo Totoro o El Castillo Ambulante, pareciera que con El Viento Se Levanta llega a un punto muerto. No puede presentar más belleza de la que ya ha presentado. No alcanza su listón más alto y deja un pequeño sabor a derrota a pesar de lo hermoso y lo poético de la obra. Aún cuando es quizá la más real de sus obras (la primera y segunda guerra mundial, el terremoto de 1923, la gran depresión, la epidemia de tuberculosis, etc), y la más onírica al mismo tiempo, El Viento se levanta es una cruel y triste despedida a un gran maestro de la animación, que demostró que si puedes soñar lo que sea, lo puedes cumplir.
El artículo me pareció una interesante invitación para introducirnos al mundo de sueños de este maestro de la animación japonesa.
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