Cuando nos hacen
cosquillas nuestra respuesta instintiva es la risa, ante un ataque de
cosquillas, o la sola intención en ocasiones, se activa la parte del cerebro
que se anticipa al dolor y puede presentar respuestas como luchar, huir o en
este caso reír. Esto explica porque no somos capaces de hacernos cosquillas a
nosotros mismos y torturarnos de esta manera.
Cuando
una persona nos hace cosquillas nuestro cerebro se alerta y comienza a poner en
marcha los mecanismos de defensa, tales como luchar, huir o reír. Este tipo de
risa denota sumisión o rendición, aunque muchas veces nuestros atacantes no lo
consideran así.
El
cerebro se anticipa al dolor y nosotros reímos como respuesta ante la sola
amenaza de unas manos acercándose a nuestro cuerpo con intenciones de hacernos
cosquillas; sin embargo, podríamos reaccionar un tanto violentos, como dar
patadas o golpes, que en muchas ocasiones suele pasar.
Ante
tal tortura, nuestro es cerebro sabe que no hay necesidad de sufrir por lo que
somos incapaces de hacernos cosquillas a nosotros mismos.
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