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julio 24, 2014

Hombres, de violentos a víctimas.

Un hombre golpeado es aquel que es habitualmente agredido, en forma física o verbal, por su esposa, sus hijos o por quienes conviven con él. La gran diferencia que caracteriza a los hombres golpeados de las mujeres maltratadas es que estos, por una cuestión cultural, no suelen denunciar la situación que padecen.Por el tipo de sociedad patriarcal en la que vivimos, la golpeada suele ser la mujer. A un hombre le cuesta admitirlo.


La población que se conoce en estos casos es pequeña porque para la autoestima de un hombre es tan denigrante plantear un caso de este tipo que prefiere callar su problema, a menos que se tenga la suficiente confianza y haga a un lado su ego para poder acudir con un profesional que lo ayude a salir de la situación.

Como sucede con la mayoría de los problemas de violencia familiar, la situación empeora día tras día y los maltratos aumentan puertas adentro y quizás, con más de un cómplice. Es normal en pensar en la agresión física como aquella que impera, pero el maltrato verbal o psicológico es a veces mucho más doloroso.

"Violencia contra el hombre "

Pero,  ¿en qué momento el hombre violento pasó a ser víctima? La principal causa consiste en el hecho de que se trata de matrimonios enfermos, aunque los problemas económicos, la falta de trabajo y las adicciones aumentan los actos de violencia.

Por otra parte, ya podemos observar que, en la actualidad, el hombre está siendo desplazado del lugar de ser el proveedor de los bienes de la familia. Al disminuir su salario o quedar sin trabajo, aparece una situación que daña su autoestima y aumenta la agresión del grupo familiar hacia él, es decir, que una de las causas puede ser el cruce entre las nuevas expectativas de las mujeres y la realidad presente que hoy tiene el género masculino.

Una Mujer resentida puede llegar a ser violenta. 

De igual forma, una de las razones por las cuales las mujeres pueden sentir cierto resentimiento hacia sus maridos es el hecho de que ya no sólo se ocupan de las labores de la casa y de sus hijos, sino que ahora deben salir a trabajar como los hombres para mantener su familia. Como la mujer no ha abandonado los papeles clásicos, y carga con ambos, atraviesa un síndrome de resentimiento y decepción, que no confiesa y prefiere externarla a través de la agresión.




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