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octubre 30, 2014

Sexo, drogas y alcohol: ¿la mejor combinación?

Qué común es ver por las noches, al menos cada fin de semana, por todos los rincones de la ciudad, a jóvenes en busca de “aventuras”, donde en ellas implique diversión, sexo, drogas y alcohol. Ya sea saliendo con amigos o compañeros del trabajo, su objetivo es que esa noche tenga un “final feliz”.

    Han sido ya varias las investigaciones que señalan que se podría considerar a estas sustancias como grandes agentes de desinhibición o un relajante que “promueve y facilita la acción”. Pero la realidad  es que termina produciendo efectos completamente negativos sobre las señales fisiológicas de excitación sexual, tanto en hombres como en mujeres.

    El alcohol puede facilitar una aparente excitación, ya que nos hace creer vencer temores y otras limitaciones psicológicas, aumenta la confianza y alimenta el autoestima. Sin embargo, al mismo tiempo, inhibe puntos del sistema nervioso autónomo, lo cual puede hacer que el sujeto se quede a mitad de camino, fallando en tu intento de lograr una relación sexual efectiva. Es decir, la ingesta de alcohol que rebase los límites recomendables puede dificultar la respuesta orgásmica en las mujeres y, en los hombres, disminuir las posibilidades de erección, penetración, goce e intensidad de la respuesta sexual.



    Al igual que  el alcohol, las drogas no sólo inhiben conductas, sino que tiene efectos depresores sobre los estados anímicos y son disparadores de trastornos severos de ansiedad. Lo que en un inicio parece todo un tobogán al placer, al final será  un ascensor incontrolable y nada eficiente.

    Como ejemplo de los efectos de las drogas, podemos hablar de la mariguana: priva la producción de hormonas masculinas, reduce la producción de esperma, en cantidad y calidad, eso en hombres; por el lado femenino disminuye la lubricación vaginal,  altera los ciclos menstruales,  puede provocar alteraciones en la gestación y desarrollo del embrión, etc.

    Para cerrar, es necesario mencionar que los trastornos sexuales se convierten en crónicos, en aquellos casos donde el consumo de alcohol o de drogas es ya algo habitual o cotidiano. En estas cuestiones, además de crear una alteración del sistema nervioso al momento del consumo, también a largo plazo irán existiendo acumulación de deficiencias neurológicas, vasculares y endócrinas, que se irán desarrollando, producto de la adicción.




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